Los comienzos
El valle de Ordesa es declarado parque nacional en 1918 como respuesta a la labor divulgativa y conservacionista de los primeros pirineistas, entre los que destacaron por su lucha tenaz y comprometida, Lucien Briet y Pedro Pidal. Fue el segundo de los parques nacionales españoles, Covadonga se adelantó en unos días, en principio la declaración afectaba a las 2.100 hectáreas de la cuenca del río Arazas, entre la cascada de la Cola de Caballo y su desembocadura en el río Ara, limitado lateralmente por las impresionantes murallas calcáreas del cañón.
La condición de Parque Nacional contribuyó a divulgar la fama de Ordesa y poco a poco fue creciendo el número de visitantes, al mismo tiempo que se incrementaron los estudios y publicaciones sobre sus riquezas naturales. A medida que aumentaba el conocimiento de los tesoros de Ordesa, entre los naturalistas y responsables del Parque, iba creciendo la convicción de que era necesario ampliar los límites del Parque Nacional, hasta abarcar todo el conjunto de valles por donde discurren las aguas procedentes del macizo de Monte Perdido. En la década de los setenta, se realizaron numerosos estudios encaminados a conocer su fauna, flora, hidrológica, etc, así como las repercusiones sobre los pueblos habitados que serian afectados por la ampliación.
Fue en 1982 cuando se extendió la superficie protegida hasta las 15.608 hectáreas con que cuenta en la actualidad y pasó a denominarse Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido.
El primer fotógrafo que se enamoró de las bellezas de Ordesa fue Lucien Briet, quién llegó a este valle por primera vez en 1.891 y a partir de entonces se convirtió en una dulce obsesión para él, en las dos décadas siguientes volvió en numerosas ocasiones. Allí se encontraba con nobles franceses que recorrían aquellos parajes como si fueran los primeros exploradores de estas montañas, con cazadores ingleses que ascendían por los riscos para abatir sarrios y bucardos, y con pastores procedentes de los pueblos de la zona. Tenía el francés una buena cámara de placas, precisa y pesada, con la que realizó mas de 1.600 placas de cristal, captaba imágenes de las cascadas, riscos, bosques y personajes de su querido Valle, al que él llamaba “la venerable selva de los Pirineos”.
Anotaba todo lo que veía y las sensaciones que los paisajes dejaban en su alma sensible. En invierno ordenaba sus materiales, revelaba las fotos y escribía artículos para los boletines que editaba el Club Alpino. Una placa con su rostro, en un discreto paraje a la orilla del río Arazas, le recuerda como el más célebre cantor de este parque.
Cada estación tiene sus atractivos y condicionantes. En primavera contrasta el frescor de las hojas recién salidas de las hayas con los neveros que todavía persisten en las umbrías del valle, mientras una flora excepcional crece en los lugares mas protegidos; por otra parte, muchos senderos todavía son impracticables a causa del hielo y la nieve, algunos años los peligros de aludes son muy persistentes.
El verano es el mejor momento para conocer las rutas de alta montaña con seguridad, la climatología es más estable y ha desaparecido la nieve con los problemas que suele plantear, el calor genera algo de calima en la atmósfera, pero también propicia la aparición de nubes tormentosas que adornan el paisaje. Sin duda la estación mas atractiva de Ordesa es el otoño: los bosques se llenan de colores, las primeras nieves ya cubren los picos mas altos y el sol del atardecer ilumina las paredes orientadas al sur con sus mejores ángulos.
Pasear por el bosque de las hayas bajo la cálida luz tamizada por las hojas, es un placer para todos los sentidos, que no deberíamos perdernos, obsesionados a veces en mirarlo todo a través del objetivo de nuestra cámara.
Durante el invierno se reducen las posibilidades de moverse por el Parque, el día es muy corto, la luz escasa, todo parece dormido y la austeridad se apodera de estos valles, pero las copiosas nevadas desafían a plasmar los atractivos de un paisaje en blanco y negro. Hay pocos visitantes y si tenemos la fortuna de ser sorprendidos por una nevada mientras caminamos por sus bosques, la experiencia resultará inolvidable.
Eres un artista. Felicidades.