Gallocanta, 1978

Primeros contactos.

En una visita al delta del Ebro en el año 1977, unos ornitólogos que contaban flamencos, comentaron que la escasez de anátidas en las lagunas, era porque se estaba cazando todavía, y  que la mayoría de los patos estaban en el mar y en la Laguna de Gallocanta, era la primera noticia de este paraje y ese mismo otoño me acerqué a conocer la zona.

Dormí en el coche a la entrada del pueblo de Gallocanta. La vista al amanecer fue espectacular, el gran lago estaba lleno de vida por todas partes, había miles y miles de patos y otras aves acuáticas posadas en el agua y volando por los alrededores, el sonido de sus cantos, vuelos y chapoteos completaban el escenario. Las concentraciones de aves mas estables se daban en las entradas de agua dulce, adonde acudían a beber y lavar su plumaje.

La madrugada siguiente me escondí en uno de estos lugares, aprovechando un escondrijo preparado para cazar. Había numerosos puestos de este estilo repartidos por toda la Laguna, hice muchas fotos de porrones comunes, patos cuchara y fochas, llevaba un tele Tokina de 400mm y la cámara Cosina, con negativo de color. Al salir, a una prudencial distancia, me estaba esperando un guarda del Icona, no quiso molestar mientras hacia fotos, pero me informó que tenía que solicitar un permiso para moverme por las orillas de la Laguna, también charlamos un buen rato de nuestra común afición a la naturaleza.

Volví a Gallocanta en numerosas ocasiones, con el permiso del Icona, y los guardas siempre me ayudaron muy amablemente, en alguna visita coincidí con el equipo de Félix Rodríguez de Lafuente.

Las fotos de este artículo están tomadas en el año 1978, con diapositiva Kodacrome 64. Comentaban que este invierno había unas 250.000 aves en la laguna. Cuando un bando levantaba el vuelo sobre el agua, el estruendo se oía a varios kilómetros de distancia, a lo pocos minutos pasaba el grupo, que podía estar compuesto por mas de 25.000 patos.

En numerosas ocasiones estos enormes bandos llegaban a los puestos donde esperaba escondido, la masa de aire que movían, el batir de miles de alas sobre tu cabeza y por fin el sonido al parar sobre el agua, te dejaban paralizado y con una emoción difícil de describir. Rodeado a pocos metros por infinidad de aves con sus cantos persistentes, disfrutabas de unas sensaciones muy agradables, mientras intentabas pasar desapercibido haciendo fotografías.

El azafrán.

En aquellos tiempos se cultivaba mucho azafrán por la zona y los habitantes de estos pueblos pasaban horas interminables extrayendo los estigmas de las flores. En los carasoles durante el día y en el bar de Gallocanta por la noche, la mayor parte del pueblo andaba liado con este asunto. En este bar charlaba algunas tardes con el médico de la zona que también era corresponsal de Radio Calamocha, un día le comenté que había estado con un ornitólogo escocés que también andaba tras los patos.  Debíamos ser de los primeros fotógrafos que llegaban por la zona, le gustaba la idea de que no solo acudieran cazadores y dijo que al día siguiente lo comentaría en la radio. Lo escuché en el coche y aun recuerdo que, elogiando la importancia de la avifauna de Gallocanta, comentó que “incluso habían llegado fotógrafos de Escocia y de Sabiñánigo”.

La caza.

En esos años la laguna era un excepcional lugar de invernada de aves, especialmente anátidas, y se explotaba como cazadero, realizándose intensas batidas de patos y otras acuáticas.  Comenzaban al amanecer y durante unas horas se producía un caos monumental, con lanchas motoras movían los bandos, a los que se disparaba desde los puestos de las orillas, el cielo se llenaba de aves asustadas que volaban huyendo de las barcas y los perdigones. Al medio día los cazadores, se reunían en la plaza de Tornos, donde los guardas hacían el reparto de las piezas cobradas.

Patos Colorados.

En la Laguna podíamos encontrar la mayoría de las aves acuáticas de la península y numerosos invernantes, pero la especie mas abundante era el Pato Colorado, formaban bandos de miles de ejemplares, entre los que se mezclaban otros patos buceadores y también de superficie. Había muchas gaviotas y en los inviernos mas fríos llegaban cisnes cantores y otros visitantes del gran norte. Pasaron bastantes años hasta verse algunas pocas grullas por los campos de la zona.

 

About Javier Ara Cajal

Sabiñánigo, Comienzo a fotografiar la naturaleza en 1975, lo que mas me atrae son las montañas y su fauna, habiendo fotografiado las especies más representativas de los Pirineos. (AFIAP) Colaboro regularmente con fotografías y artículos, en publicaciones especializadas en naturaleza y montaña