LAS NIEBLAS O “BOIRAS”, INGREDIENTE DELICIOSO DE CUALQUIER PAISAJE

Cuando las nubes rozan el tapiz de la tierra

 La niebla tapa, oculta, esconde, impide la visión del paisaje –aunque sea parcialmente-… y sin embargo este “inconveniente” meteorológico puede constituirse en el ingrediente delicioso para cualquier fotógrafo de la Naturaleza que desee obtener una foto diferente, original…

La niebla es algo genial, y por eso os quería hablar de ella.

Esta entrada va de meteorología…

La tierra tiene un momento mágico, especial, cuando las nubes que flotan en el cielo deciden tomar tierra y rozar el suelo. Nubes bajas que nosotros denominamos “nieblas” y que en muchos puntos de Aragón conocen como “boiras”.

La niebla no es otra cosa que la formación de nubes próxima al suelo, y como tales se forma por un efecto llamado “condensación”. Lo explicaremos. El aire sólo puede retener cierta cantidad de agua. Esta cantidad varía según la temperatura del aire: cuanto más caliente está el aire, más vapor de agua resulta capaz de retener. Pero cuando el aire no puede retener más vapor de agua se dice en términos especializados que ha alcanzado el punto de saturación o que está saturado. Entonces el agua del aire empieza a condensarse, es decir, a formar un líquido. La temperatura en la que este fenómeno produce da lugar a lo que los meteorólogos llaman “punto de rocío”. Si la condensación se produce a nivel del suelo esas gotitas forman el rocío o, a bajas temperaturas, la escarcha helada con cristales de hielo.

Gotas en una telaraña por efecto de la niebla

Las nubes se forman cuando hay una condensación por encima de la superficie de la Tierra. Una nube, aunque no lo veamos, está compuesta por cientos de millones de gotas o cristales de agua. Si esta condensación o sublimación se produce cerca del suelo, se generan entonces las nieblas.

Amanecer en la laguna de Gallocanta

Antes de seguir explicando, diremos que hay varios tipos de nieblas: de advección, orográficas y de irradiación, que son las más frecuentes, llamadas así por que son consecuencia del enfriamiento del suelo por irradiación. Esto sucede cuando el calor absorbido por la superficie de la tierra durante el día se irradia de nuevo hacia la atmósfera. Este tipo de niebla tiene un grosor variable, de entre 1 y 300 metros, y el efecto más notorio que produce es el de la falta de visibilidad. Si la visibilidad oscila entre 1 y 2 kilómetros, ya no es niebla sino “bruma” o “neblina”. Esta niebla es la que se disipa poco después del amanecer, a medida que los rayos solares calientan el suelo. En los valles, la niebla se forma cuando entra el aire frío y, por la noche, con el descenso de temperaturas, éste se enfría más, condensándose la humedad existente, es decir, alcanzando el punto de condensación. Por otra parte, la niebla ascendente que habremos visto y vivido en muchas laderas se forma cuando sube aire cálido y húmedo por una montaña, hasta alcanzar un nivel en el que se enfría. También hay quien dice la fórmula de: pantano más valle encajonado igual a niebla invernal, matemática bien conocida en lugares como los pueblos próximos a Barasona o El Grado.

Mar de nubes bajo el Midi d'Ossau, Parque Nacional de los Pirineos

Otra cosa muy diferente es la llamada “calima”, término que se utiliza para referirse a la suspensión de partículas sólidas en el aire, que consisten en polvo o arena fina arrojada por vientos a veces turbulentos.

Un amigo meteorólogo, Francho Beltrán, me explica que en el vocabulario popular altoaragonés encontramos varias acepciones de boiras: boira baixa –cuando es de valle-, cargada o boirón –nube grande y densa, lo que sería un cúmulo-, dorondonera o gebradora –niebla heladora-, pinchadora –niebla llovedora- y preta –cuando es muy densa, con muy poca visibilidad-.

Rebaño de ovejas bajo un gran roble

El naturalista sabe que hay plantas y bosques cuya existencia está, en parte, condicionada por la presencia de la niebla. Las hayas o “faus” que crecen en las montañas y valles más húmedos del norte de Aragón son un ejemplo claro. Para ilustrar o explicar este hecho, dicen los ingenieros de montes que “a este árbol, al haya, le gusta tener la cabeza mojada y los pies secos”.

Hayedo mágico

En el valle del Ebro, las nieblas que penetran por el fondo de la depresión avanzan lentamente de forma ascendente, pudiendo permanecer en el invierno largos días estancadas, llegando a condicionar la presencia de unas especies y otras de plantas o bosques en función de la altitud, y llegando a condicionar el orden lógico de los pisos de vegetación, dando lugar a los que en el argot se llama “inversión térmica”: las sabinas –que resisten mejor las temperaturas bajas- están en el fondo del valle del Ebro, mientras que los pinos y otras especies termófilas –más amantes del calor, ya que detestan las fuertes heladas- son los que trepan hacia el sol de invierno por las laderas de la Sierra de Alcubierre.

Magia en el bosque de hayas

Las nieblas forman parte del escenario de mitos o leyendas populares de nuestra provincia… y, además, siempre son capaces de darle un cierto halo algodonoso de misterio al paisaje natural tan sobrecogedor que tenemos la suerte de disfrutar… y, en nuestro caso, de fotografiar.

 

About Eduardo Viñuales Cobos

Escritor y naturalista. Colaborador de diversos medios de comunicación, revistas y editoriales con temas de naturaleza, montaña y viajes. Autor de más de una docena de libros, como el reciente "Excursiones familiares por el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido" (Sua Ediciones, 2013).