PRIMAVERA EN LA MONTAÑA

La primavera es un momento de explosión, de exageración en la Naturaleza. La carrera por renacer a la vida y por reproducirse es frenética.  Para el observador de la naturaleza suceden muchas cosas y pocas pasan desapercibidas.

Sin embargo, en la alta montaña, por encima de 1800 mts. De altitud, la primavera transcurre más discreta y misteriosa.

Estos son días de solapamiento con el final del invierno. Las nieves se van retirando debido al aumento de las horas de luz y al calentamiento propio de la estación.

Collalba Gris

Pero las noches son gélidas, alguna nevada tardía suele cubrir el paisaje, nada nos indica que la época de la abundancia de vida está al llegar.

Caminando por los bosques de Pino albar y Pino negro, que rodean la cima de las montañas, tenemos la extraña sensación de que nada vive en esos oscuros lugares, donde las brumas apenas dejan entrar los rayos del Sol.

Es el reino del silencio. Un silencio roto por el reclamo oculto de uno de los pobladores sagrados de estas montañas, el Urogallo. Discreto hasta el extremo, tan sólo abandona las copas de los árboles para reclamar su territorio y sus hembras.

Urogallo

Horas más tarde, con algo más de luz, los reclamos del Pito Negro o pajarillos pequeños como el Herrerillo Capuchino rompen la monotonía del silencio.

En el suelo, entre los pinos, proliferan arbustos ralos como la Gayuba y el Enebro rastrero. También lucen vistosas las flores de la Pulsatilla.

Mirlo Capiblanco

Ascendiendo hacia las cumbres, abandonamos los últimos arboles, muchos esqueletos de árboles tocados por el rayo, para adentrarnos en las pedreras y canchales. La luz aquí es intensa, lo que favorece el desarrollo de las plantas. Desde Acónitos hasta Valerianas y un sinfín de especies pequeñas que crecen  entre las piedras (siempreviva, silenes, alquimila, oreja de oso…).

El canto de algunos pájaros alegra la escena. Son los Escribanos hortelanos y mirlos Capiblancos, recién llegados de África.

Encontramos rodales de nieve (nieves eternas) que pueden durar hasta bien entrado el verano. Allí no es raro ver la Perdiz pardilla y la Perdiz Nival.

Chova Piquigualda

No abundan en número los animales, es como si cuanto más ascendemos menor es la presencia de estos. Es más fácil observar las siluetas de medianas y grandes aves planeadoras dibujadas contra el cielo.

Se trata de los Cuervos, los Buitres y, en menor número, los Quebrantahuesos.

Quebrantahuesos

El suelo helado apenas presagia lo que está a punto de suceder en unas semanas, la explosión de semillas aletargadas bajo el suelo nevado. Para fin de junio, el suelo pedregoso y helado se convertirá en una moqueta de pastizal. Todo un lujo para los rebaños de ganado de las cabeceras de los valles.

De este modo la montaña nos mostrará su cara más dulce, aunque se prolongue en un corto período de tiempo.

Pero ahora, en los inicios de primavera, ese escenario nos parece imposible.

Al atardecer, cuando el descenso de la temperatura es acusado, en la montaña sólo se escuchan los silbidos de las recién despertadas Marmotas.

Corretean de madriguera en madriguera, celebrando el final de su cautiverio invernal.

Marmota, también denominado Perrito de la pradera.

Esparcidas entre las madrigueras comienzan a florecer las Orquídeas, señal inequívoca de que la primavera ha llegado a la montaña.

Orquídea

About Jorge Ruiz del Olmo

En el año 1998 llegué al valle de Tena para trabajar como veterinario. Me quedé cautivado con la belleza del Pirineo desde el primer momento. Mi trabajo me permitía moverme por el mundo rural y por carreteras secundarias de día y de noche. Pude ser testigo de las idas y venidas de la fauna así como del cambio armonioso del paisaje. Con la cámara trataba de robar algunos de esos instantes que me hechizaban. jruiz@agrigan.es www.jorgeruizphotography.com Equipo Nikon F-801-S, Nikon D-100. Opticas nikon desde 20mm hasta 300 mm.