Memorias de Africa: Viaje a Kenia y Tanzania

Introducción

Todo naturalista y/o aficionado a la fotografía de la naturaleza sueña con visitar alguna vez alguno de los grandes paraísos naturales del mundo, entre ellos destacados Africa con sus infinitos paisajes, su fauna deslumbrante y una sociedad tan distinta a la nuestra del primer mundo.

Durante 17 días de octubre de 2005, tuve la fortuna de recorrer algunos de los paraísos naturales de dos países como Kenia y Tanzania, un viaje que huía de lo convencional, buscando la improvisación dentro de un orden, pero sin estar sujetos al típico paquete turístico en el que a veces las prisas no son amigas del disfrute de la contemplación de la naturaleza ni por su puesto de la fotografía.  Por este motivo preferí prescindir de ciertos lujos a la hora de viajar (ducha diaria, hotel…) y cambiarlos por un grupo pequeño de personas con un mismo objetivo, un camión como medio de transporte, la tienda de campaña como habitación de hotel, unos buenos guías y el poder decidir donde parar y el tiempo necesario.

Equipo fotográfico y consejos

En nuestro periplo por África la tónica será el mínimo peso posible, un cuerpo de cámara (mejor dos por si hay imprevistos en forma de avería), y un par de objetivos mínimo que nos cubran desde el gran angular para los paisajes hasta un tele medio para las fotos de fauna (un 300 más un multiplicador 1,4 para primeros planos será ideal), por supuesto abundantes tarjetas, baterías (no sabemos cuando podremos disponer de un enchufe).  La revisión del equipo cada día imprescindible por la gran cantidad de polvo que vamos a soportar (no olvidar el aire comprimido).  De los grandes trípodes mejor olvidarnos, pinza para ventanilla y algún trípode mediano y ligero.  Por último si nuestro equipo, como es muy probable, nos ha costado gran esfuerzo económico comprarlo y de tiempo en conseguirlo habrá que valorar llevarlo asegurado para evitar “tragedias”.  Respecto al equipaje de ropa lo imprescindible, además de sombrero, gafas de sol y ropa cómoda; yo personalmente fui desprendiendome poco a poco de la ropa de cada día, de tal manera que el peso y volumen descendía hasta volver con lo puesto y sin las zapatillas de montaña que también las regalé el último día… un día frío y con mucha lluvia me recibió en barajas en camiseta de tirantes, pantalón corto y chanclas playeras, no volví con nada más.

KENIA

La llegada a Nairobi nos muestra una ciudad peculiar,  donde el lujo extremo se mezcla con la más absoluta miseria, una nota común que caracteriza las grandes urbes de este continente.  Ponemos rumbo al lago Nakuru para disfrutar de este paraíso cada vez más acorralado por el hombre donde el “lago rosa” toma su nombre de los miles y miles de flamencos que habitan en él, junto a pelícanos blancos, marabúes y grullas damiselas, el primer gran espectáculo para nuestra retina.  El recorrido pausado nos descubre el encuentro fantástico con un magnífico ejemplar macho de leopardo descansando en la cruz de un gran árbol que ante nuestra atónita mirada desciendo a 10 metros para beber en un charco del camino, empezamos a acostumbrarnos a algo tan raro para nosostros como que la fauna no huya a nuestro paso.

Impresionante macho de León

La noche da paso a la rutina diaria de preparar el campamento, montar las tiendas, repasar fotos y vivencias, encender fuego y preparar la cena.  Al día siguiente seguimos visitando este paraíso y tenemos nuestro primer encuentro con los leones, impresiona ver de cerca un grupo en el que destaca un gran macho, además ante nuestros objetivos desfilan rinocerontes blancos, búfalos, babuinos, antílopes acuáticos, jirafas…

Nuestro siguiento objetivo es el Massai-mara, tres días recorriendo el territorio de la mítica tribu africana que todavía a día de hoy sigue conservando sus tradiciones, arquitectura y modo de vida pastoril.  Aunque estamos en época seca, son visibles grandes manadas de cebras y ñues, descubrimos a un guepardo con una gacela recién capturada y por supuesto visitamos las orillas del río Mara, donde descubrimos a los impresionantes cocodrilos que junto a las manadas de herbívoros son actores de unos los más grandiosos y tremendos espectáculos de la naturaleza en la migración anual a través de este río.

Grupo de flamencos en el Lago Nakuru

La última tarde las primeras tormentas hacen acto de presencia y un grupo de elefantes cruzando la sábana infinita con el arco-iris de fondo hace que durante un buen rato las cámaras echen humo.  El anochecer y amanecer junto al fuego y rodeados de miles de animales a escasos 100 metros de nosotros a más de uno nos hacen frotarnos los ojos para comprobar que estamos allí y no en una película.

TANZANIA

Cruzando la frontera rumbo al Lago Victoria, el paisaje camiba por completo, más verde, tierra rica y productiva, arquitectura de barro y paja,  sustrato granítico, pobreza pero sin hambre.  La vista del segundo lago de agua dulce más grande del mundo impresiona, una de las míticas fuentes del Nilo, en cuyas orillas los pueblos son pescadores y el medio de transporte son las embarcaciones que aprovechamos para recorrerlo y disfrutar del águila pescadora africana fascinantemente abundante, garcetas, martines pescadores y de un peculiar lagarto de vida acuática el “lagarto monitor”.

En la ruta hacia el Serenguetti, nos empapamos del modo de vida africano, una de las ventajas de hacer el viaje en camión y por carretaras no principales (el término carretera se aplica a pistas polvorientas y con baches, ya que prácticamente sólo el 18% de las carreteras disponen de asfalto).  El Serenguetti nos espera polvoriento pero aún así dos tremendas atascadas nos hacen deternernos durante un buen rato para palas en mano salir del atolladero, comprobando que una vez puesto el pie en tierra hay que tener ojos hasta en el cogote, cuando sorprendemos a un león perfectamente mimetizado entre la alta hierba seca a unos cien metro de nosostros, ¡ estamos en África y no conviene olvidarlo!.  Nuevas tormentas nos sorprenden que agradecen los grupos del hipopótamos que se agolpan en las escasas pozas con agua del “río Orangi”.  El resto de días nos deparan buenos momentos fotográficos con gatos servales, avutardas kori, secretarios, leones, aguilas marciales, carracas… y hasta un encuentro con un gran macho de elefante que hizo un amago de ataque ante nuestra presencia.

Macho de elefante

El impresionante cráter del Nrongoro será el escenario donde contemplaremos en vivo y en directo el ataque y captura de una gacela thomson por parte de un guepardo y el impresionante acoso  de 3 leonas,  con intento fallido de ataque, a un grupo de cebras… los documentales de la 2 delante de nuestro ojos.

Estamos en el tramo final de nuestro viaje y todavía pasaremos por el Lago Manyara con sus impresionantes “baobabs”, la cosmopolita ciudad de Arusha donde se encuentra el centro geográfico de Africa, continuando ruta hacia el Océano índico a través de la musulmana Moshi, la ciudad del Kilimanjaro, otro de los referentes del continente.  La noche en esta ciudad se hace inolvidable, al atardecer la llamada al rezo desde las mezquitas lo inunda todo y el amanecer nos regala un desayuno  con el Kilimanjaro de fondo.

El Kilimanjaro, techo de Africa

Los últimos días los dedicamos a descubrir rincones de la costa, disfrutando por fin con exquisitos bocados en forma de pescado y marisco comprados a los pescadores locales, y reservando las dos últimas jornadas para volar a la isla de Zanzíbar, disfrutar de sus impresionantes playas de arena blanca y descubrir Stone town, uno de los centros mercantiles más importantes del oceano índico en el siglo XIX, ciudad de los mil aromas, declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.

Ocaso en el Indico, Zanzíbar

La capital de Tanzania, Dar es Salam, nos despide de nuestro periplo africano, volvemos con las tarjetas de nuestras cámaras llenas, pero también con recuerdos y memorias que nunca olvidaremos, personalmente partí para buscar naturaleza en su estado más salvaje, pero contra todo pronóstico el recuerdo más imborrable me lo llevé de sus gentes y de su tremenda pobreza: ciudades de 20.000 habitantes sin luz ni agua, niños que se agolpan a tu alrededor por un caramelo, pueblos en los que sólo se ven ancianos y niños porque los jóvenes no pasan de los 35 años aniquilados por el Sida, extrema pobreza en el 90% de la población… y ante toda nuestra opulencia de cámaras y aparatos electrónicos siempre una sonrisa de amabilidad… Injusto mundo este en el que vivimos en el que el azar te hace nacer de cara o con una cruz a la espalda para toda tu corta vida.

About Alberto Portero Garcés

Zaragoza (1968). Los paisajes áridos de las estepas, el verdor de las huertas del Ebro y el pueblo de mi madre, Añón de Moncayo, fueron la escuela donde se forjó mi pasión por la naturaleza y donde poco a poco descubrí las sensaciones que han marcado mi vida. Sería más tarde, cuando la fotografía fue complementando mis salidas al campo, guardando con gran cariño las primeras imágenes de mi vieja praktica que me regalaron mis padres. No tengo ninguna especialidad en concreto, pero dada mi condición de pajarero, son las aves muchas veces el objetivo que persigue mi cámara. Unas cuantas miles de diapos y ya no sé cuantas imágenes digitales componen mi archivo, que he utilizado para multitud de charlas, folletos de naturaleza y algún calendario. Durante los dos últimos años una exposición itinerante ha recorrido casi todos los municipios de la comarca de Calatayud.